Lecciones de la Segunda Guerra Mundial: ¿Repetimos patrones en el mundo actual?


Aunque los escenarios históricos y geopolíticos han cambiado, ciertas dinámicas que llevaron al estallido de la Segunda Guerra Mundial pueden encontrarse en el mundo actual. Entre las similitudes más destacadas están:

Tensiones económicas y desigualdad:
Ayer: La Gran Depresión de 1929 debilitó las economías globales, aumentando el desempleo y creando el caldo de cultivo para el ascenso de regímenes autoritarios.
Hoy: Crisis económicas recurrentes, desigualdades crecientes y tensiones comerciales entre grandes potencias generan inestabilidad global.

Nacionalismos y populismos:
Ayer: Los regímenes fascistas en Alemania, Italia y Japón explotaron el nacionalismo extremo y las promesas de restaurar el "orgullo perdido".
Hoy: El resurgimiento de movimientos nacionalistas y populistas, acompañado de un discurso anti-globalización, aviva tensiones internas y externas en muchas regiones.

Política de apaciguamiento y falta de acción global:
Ayer: Las democracias occidentales evitaron confrontar las primeras acciones agresivas de Alemania, Italia y Japón, lo que permitió su expansión.
Hoy: Organismos internacionales como la ONU enfrentan dificultades para frenar conflictos, ya sea en Ucrania, Oriente Medio o la competencia en el Pacífico, mientras las grandes potencias evitan confrontaciones directas.

Carreras armamentísticas:
Ayer: La militarización de Alemania, Italia y Japón fue clave en la escalada hacia la guerra.
Hoy: El aumento de los presupuestos militares y las tensiones entre potencias como China, Estados Unidos y Rusia, junto con la modernización nuclear, recuerdan dinámicas peligrosas.

Alianzas estratégicas y bloques:
Ayer: El Eje Berlín-Roma-Tokio y las alianzas entre las democracias marcaron las líneas del conflicto.
Hoy: La OTAN, alianzas como el QUAD en Asia o el acercamiento entre China y Rusia configuran un mapa de bloques que genera fricciones globales.

La Segunda Guerra Mundial: Causas y el largo camino hacia el conflicto


La Segunda Guerra Mundial fue el resultado de una serie de causas complejas y entrelazadas, con raíces que se remontan a décadas antes de su inicio oficial en 1939. Este conflicto no surgió de la nada, sino que fue incubado por tensiones políticas, económicas, sociales y militares que se intensificaron con el tiempo. A continuación, se presentan las causas de forma imparcial, desde el tiempo de incubación hasta el estallido del conflicto:
1. El Tratado de Versalles (1919)

El final de la Primera Guerra Mundial dejó un legado de resentimiento y desequilibrios:

Alemania fue duramente castigada con cláusulas de reparaciones económicas, pérdida de territorios y limitaciones militares. Esto generó un sentimiento de humillación entre los alemanes.
La reorganización del mapa europeo bajo el principio de autodeterminación de los pueblos dejó tensiones étnicas y territoriales, especialmente en Europa del Este.

2. Crisis económica y ascenso de movimientos extremistas

La Gran Depresión de 1929 exacerbó las condiciones de inestabilidad económica y política:

La pobreza y el desempleo generalizados permitieron el auge de ideologías radicales, como el nazismo en Alemania y el fascismo en Italia.
En Japón, la necesidad de recursos naturales llevó a una política expansionista, empezando con la invasión de Manchuria en 1931.

3. Fracaso de la Sociedad de Naciones

La Sociedad de Naciones, creada para garantizar la paz tras la Primera Guerra Mundial, fue ineficaz:

Carecía de poder militar y dependía de la cooperación de las principales potencias, muchas de las cuales no participaron activamente o abandonaron la organización.
No logró prevenir las agresiones, como la invasión japonesa de Manchuria, la ocupación italiana de Etiopía y la expansión alemana.

4. Expansión de regímenes autoritarios

Durante los años 30, regímenes totalitarios comenzaron a expandirse agresivamente:

Italia: Benito Mussolini buscó crear un nuevo imperio romano. Invadió Etiopía en 1935, desafiando las sanciones internacionales.
Alemania: Adolf Hitler, tras llegar al poder en 1933, desafió las cláusulas del Tratado de Versalles rearmando Alemania, remilitarizando Renania en 1936 y anexionando Austria (Anschluss) en 1938.
Japón: Continuó su expansión en Asia, invadiendo China en 1937, lo que marcó el inicio del conflicto en el Pacífico.

5. Política de apaciguamiento

Las potencias occidentales, especialmente Gran Bretaña y Francia, adoptaron una política de apaciguamiento frente a las agresiones:

En lugar de confrontar directamente a Hitler, buscaron negociar, permitiéndole consolidar su poder.
La Conferencia de Múnich (1938) permitió a Alemania anexar los Sudetes de Checoslovaquia, pero esta concesión solo fortaleció la confianza de Hitler para futuras agresiones.

6. Tensiones ideológicas y alianzas

El conflicto se vio exacerbado por divisiones ideológicas y la formación de bloques:

El Eje (Alemania, Italia y Japón) promovía una agenda expansionista y totalitaria.
Las democracias occidentales y la Unión Soviética mantenían relaciones tensas, dificultando una alianza eficaz contra el Eje.

7. La chispa final: la invasión de Polonia

El conflicto estalló oficialmente el 1 de septiembre de 1939, cuando Alemania invadió Polonia:

Este acto fue posible gracias al pacto Ribbentrop-Mólotov, firmado entre Alemania y la Unión Soviética en agosto de 1939, que garantizaba la no agresión entre ambos países y dividía Polonia entre ellos.
Gran Bretaña y Francia, que habían garantizado la seguridad de Polonia, declararon la guerra a Alemania el 3 de septiembre de 1939.

Tiempo de incubación

El período de incubación de la Segunda Guerra Mundial abarca desde el final de la Primera Guerra Mundial en 1918 hasta el estallido del conflicto en 1939. Durante este tiempo:

Las heridas económicas y políticas del Tratado de Versalles generaron tensiones.
La Gran Depresión alimentó el auge de regímenes autoritarios.
La inacción de la Sociedad de Naciones y la política de apaciguamiento permitieron a los agresores ganar confianza.



In Tbilisi, Georgia spontaneous protests are breaking out at the ruling Georgian Dream party's unilateral decision to withdraw from the E.U. membership process today.

#GeorgiaProtests

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1. Les sèries en cada sorteig

Loteria de Nadal:
Cada número (del 00000 al 99999) té 180 sèries en l’emissió total (tot i que pot variar lleugerament segons l’any).
Això significa que hi ha 180 bitllets amb el mateix número, i cada sèrie té 10 dècims.
El "Gordo" atorga 400.000 euros per dècim, i com que hi ha 180 sèries, el total del premi del "Gordo" arriba als 720 milions d’euros.

Loteria del Nen:
Cada número també té 50 sèries, una quantitat menor en comparació amb la Loteria de Nadal.
Això implica que hi ha 50 bitllets amb el mateix número, i cada sèrie també té 10 dècims.
El premi del "Gordo" en aquest cas és de 200.000 euros per dècim, amb un total de 100 milions d’euros repartits entre totes les sèries.

2. Impacte de les sèries

El nombre de sèries afecta directament la quantitat total de diners en premis:

A la Loteria de Nadal, en haver-hi més sèries (180), el premi global és significativament més alt. Això reforça la idea que aquest sorteig és el més important de l’any en termes econòmics i de participació.
A la Loteria del Nen, el nombre de sèries és menor (50), cosa que redueix la quantitat total de diners en joc. No obstant això, la distribució més horitzontal (més premis petits i reintegraments) fa que més jugadors se’n beneficiïn.

Loteria de Nadal: 180 sèries per número, amb premis totals més alts i una major quantitat de bitllets disponibles, cosa que reforça la seva importància cultural i econòmica.

Loteria del Nen: 50 sèries per número, amb un enfocament més accessible i una probabilitat més alta de recuperar la inversió gràcies als reintegraments.

Loterías y desigualdad: ¿un reflejo del estatus económico de los países?


La relación entre el estatus económico de un país y la venta de loterías o juegos de azar presenta patrones interesantes que pueden explicarse desde perspectivas económicas, sociales y psicológicas. A continuación, se detallan los factores más relevantes.

En países con menor desarrollo económico o con alta desigualdad, las loterías suelen tener un gran éxito. Esto se debe a varios factores, como la esperanza de ascenso económico, ya que para muchas personas en situación precaria, la lotería representa una posibilidad de cambiar drásticamente su nivel de vida. Aunque las probabilidades de ganar son mínimas, el atractivo de un cambio rápido y significativo es poderoso. También influye la falta de oportunidades, pues en países con escasa movilidad social, las loterías se perciben como una de las pocas maneras de lograr una mejora económica importante. Además, el coste bajo de entrada las hace accesibles incluso para quienes tienen bajos ingresos, convirtiéndolas en un producto aspiracional.

En países con economías desarrolladas y menor desigualdad, aunque la lotería sigue siendo popular, no suele ser vista como una herramienta para cambiar de vida. Aquí influye la mayor seguridad económica, ya que cuando la población tiene acceso a ingresos estables, sanidad, educación y otros servicios básicos, la necesidad de buscar un golpe de suerte disminuye. En estos casos, la lotería se percibe más como un entretenimiento o una tradición, como ocurre con la Lotería de Navidad en España.

La venta de loterías también tiende a ser más alta en países con mayores índices de desigualdad económica. En estas sociedades, existe una percepción de injusticia, y las loterías se ven como una forma de equilibrar la balanza, ofreciendo a las personas una oportunidad, aunque remota, de alcanzar un estatus económico superior. Además, los gobiernos en países desiguales suelen usar la lotería como una fuente importante de ingresos, incentivando su venta mediante campañas publicitarias masivas.

En muchos países, la lotería es gestionada por el Estado y genera ingresos significativos para las arcas públicas, que suelen destinarse a programas sociales, educación o infraestructuras. En economías más frágiles, los gobiernos pueden depender en mayor medida de estos ingresos, promoviendo aún más la venta de boletos.

Independientemente del nivel económico del país, las loterías se apoyan en sesgos psicológicos universales. Uno de ellos es el sesgo de probabilidad, donde las personas subestiman la probabilidad real de ganar y se enfocan más en la recompensa. También está el efecto aspiracional, ya que los juegos de azar permiten soñar con una vida mejor, algo que atrae tanto a personas con bajos ingresos como a quienes ya tienen estabilidad económica.

Algunos ejemplos específicos reflejan estas dinámicas. En España, un país con un nivel económico medio-alto, la lotería, como la Lotería de Navidad, tiene un carácter cultural más que económico, y la participación se da incluso en las clases altas. En Estados Unidos, aunque tiene una economía fuerte, la desigualdad es alta, y las loterías son extremadamente populares en estados con mayor pobreza, como Alabama o Mississippi. En países en desarrollo, como India o algunas naciones de América Latina, la lotería representa una esperanza de ascenso social y tiene altas tasas de participación.

En conclusión, la venta de loterías está directamente influenciada por el estatus económico de un país y su nivel de desigualdad. En economías más frágiles o desiguales, las loterías suelen percibirse como una oportunidad para mejorar la calidad de vida, mientras que en países más estables son vistas principalmente como entretenimiento o tradición. Sin embargo, en ambos casos, las loterías aprovechan aspiraciones universales y sesgos psicológicos, lo que garantiza su popularidad independientemente de las condiciones económicas.

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La Lotería Nacional de Navidad en España tiene 100.000 números en juego, que van desde el 00000 hasta el 99999. Cada número puede ser adquirido en décimos, que representan décimas partes de un billete completo. Para calcular la probabilidad de ganar el "Gordo", el premio principal, basta con dividir 1 entre 100.000, ya que solo hay un número ganador entre todos los disponibles. Esto significa que la probabilidad de ganar el "Gordo" con un décimo es de 0,00001, lo que equivale al 0,001%, o 1 entre 100.000.

Además del "Gordo", la lotería reparte premios secundarios, como el segundo premio, que tiene una probabilidad de 1 entre 100.000, igual que el tercer premio. También hay dos cuartos premios, cada uno con una probabilidad de 2 entre 100.000, y ocho quintos premios, cuya probabilidad conjunta es de 8 entre 100.000. La pedrea, que premia 1.794 números, tiene una probabilidad mucho mayor de 1.794 entre 100.000.

Si sumamos todos los premios, incluidos el "Gordo", los premios secundarios y la pedrea, hay un total de 15.304 números premiados. Esto significa que la probabilidad de ganar cualquier premio es de 15.304 entre 100.000, lo que equivale aproximadamente al 15,3%.

La probabilidad de ganar el "Gordo" con un décimo es extremadamente baja: 1 entre 100.000. Sin embargo, la probabilidad de ganar algún premio, incluyendo la pedrea y los secundarios, es mucho mayor, alrededor del 15,3%. A pesar de estas probabilidades, la lotería sigue siendo un juego de azar donde las posibilidades de obtener los premios principales son muy pequeñas.

Joan capdell hat dies geteilt

D'aquí a una setmana serem a Lleida, amb l'ai al cor. Us hi esperem! ✨️

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teilten dies erneut

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Del poble lluitador a la comoditat: el català com a indicador d’un declivi col·lectiu


Catalunya és un territori amb una història rica i plena de resistència. Al llarg dels segles, els catalans han defensat no només el seu territori, sinó també la seva cultura, les seves institucions i, sobretot, la seva identitat com a poble. Des de la resistència al decret de Nova Planta, que va suposar la pèrdua de les institucions pròpies, fins a les lluites més recents contra la dictadura franquista, el poble català ha estat un exemple de resiliència i determinació. Però aquesta força que va caracteritzar els catalans durant segles sembla haver anat esvaint-se, fins al punt que avui ens trobem immersos en una mena de letargia col·lectiva, una comoditat que ens ha fet perdre de vista el que realment significa ser un poble.

La llengua catalana, que durant segles va ser un símbol de resistència, és avui el millor indicador d’aquesta transformació. En temps de prohibicions, el català no només es va mantenir viu, sinó que es va consolidar com a eina de cohesió i d’identitat. Era la llengua del carrer, de la família, de les relacions socials. Parlar català era un acte de resistència, un gest que connectava les persones amb la seva història i el seu futur. Però avui, en un context de llibertats formals, la llengua ja no té el mateix protagonisme. No perquè hagi perdut el seu valor intrínsec, sinó perquè el poble que li donava vida ha anat cedint espai, no davant d’una prohibició externa, sinó davant d’una comoditat interna que ens absorbeix.

Aquest canvi no es pot deslligar de com, com a societat, hem canviat la nostra manera d’entendre la lluita i la resistència. Els catalans, que un dia van ser lluitadors per la seva terra, pel seu poble i per la seva cultura, s’han anat acomodant en un sistema que premia el conformisme. La globalització, el consumisme i la manca d’un projecte nacional clar han fet que molts catalans hagin deixat de pensar en col·lectiu per centrar-se en els seus interessos individuals. L’esperit de país que durant segles va ser el motor de Catalunya sembla haver-se difuminat davant d’una idea de benestar immediat que no requereix sacrificis ni compromisos.

La història ens ensenya que els pobles que deixen de lluitar per ells mateixos acaben desapareixent. Aquesta desaparició no sempre és física, com en el cas de les conquestes militars, sinó que sovint és cultural i identitària. Les llengües moren, les tradicions es dilueixen i, amb elles, es perd l’essència d’un poble. Això no passa de manera sobtada; és un procés lent i gairebé imperceptible que s’inicia amb la renúncia a les petites coses, com parlar en la llengua pròpia o defensar les tradicions, i acaba amb una assimilació completa en un marc que ja no deixa espai per a la diferència.

El català, com a llengua, és només un indicador d’aquest procés. Quan les famílies deixen de transmetre el català als seus fills, quan els joves prefereixen parlar en castellà o en altres idiomes perquè ho troben més còmode o pràctic, el que realment està en joc no és només la llengua, sinó la consciència de ser un poble. És la pèrdua de la connexió amb una història que ens ha ensenyat que els drets i les llibertats no es regalen, sinó que es guanyen amb esforç i perseverança.

En lloc de lamentar-nos pel declivi de la llengua, hauríem d’entendre’l com un símptoma d’un problema més profund: la pèrdua de l’esperit col·lectiu que va definir Catalunya durant segles. La comoditat no és un enemic en si mateix, però sí que ho és quan ens fa perdre de vista el que realment importa. Com a poble, hem d’aprendre de la nostra història i recordar que els moments de màxima foscor sempre van ser superats gràcies a la unió, al treball i a la resistència.

No tot està perdut, però el temps no juga a favor. Si volem preservar el que queda del nostre patrimoni cultural i identitari, hem de tornar a posar al centre allò que ens defineix com a poble: la llengua, la cultura, la història i, sobretot, la voluntat de seguir existint com a comunitat. Això requereix una implicació real, no només de les institucions, sinó de cadascun de nosaltres, perquè la història ens ha ensenyat que, quan un poble lluita per ell mateix, sempre hi ha esperança. Però, si deixem que la comoditat ens faci oblidar qui som, no només estarem perdent el català, sinó també el nostre lloc al món.

Menys cues al Saló del Manga i més a les biblioteques: una reflexió crítica


Menys cues al Saló del Manga i més cues a les biblioteques. Aquesta frase, provocadora en aparença, és una porta oberta a reflexionar sobre com la societat contemporània, especialment en el context occidental, prioritza el consumisme i l’entreteniment davant de la cultura i l’educació. No es tracta de criticar directament el fet que els joves gaudeixin d’esdeveniments d’oci com el Saló del Manga, sinó de qüestionar per què aquests espais d’esbarjo atreuen milers de persones, mentre que les biblioteques, símbols del coneixement i del creixement intel·lectual, continuen gairebé buides.

El problema no rau en el manga o en la cultura popular, que, per cert, també poden tenir un gran valor cultural i artístic. El problema és que, com a societat, hem convertit aquests espais en centres de consum massiu on l’objectiu principal no és aprofundir en els continguts, sinó consumir productes, des de marxandatge fins a experiències superficials. Les cues al Saló del Manga no són només una mostra d’interès pels còmics japonesos, sinó un reflex d’una cultura on es fomenta el consum immediat, el plaer instantani i la idolatria d’una marca o fenomen cultural. En canvi, les biblioteques, que ofereixen accés gratuït al coneixement, eines per pensar críticament i la possibilitat d’una introspecció més profunda, són ignorades.

Aquest desequilibri no és casual. Vivim en una societat que fomenta constantment el consumisme. Les xarxes socials, les plataformes de continguts i les grans corporacions treballen a tota hora per captar l’atenció dels joves i convertir-la en benefici econòmic. Això crea una jerarquia de prioritats en la qual es dóna més valor al que és fàcilment consumible, al que genera emocions ràpides i tangibles, davant d’activitats que requereixen un esforç més prolongat, com la lectura, l’estudi o la reflexió crítica. Aquesta cultura de l’efímer afecta profundament la manera com els joves perceben el món, configurant un sistema de valors on el coneixement passa a un segon pla.

No és estrany, doncs, que els nostres joves, en general, no arribin als nivells de competència acadèmica desitjats. Quan el sistema educatiu es troba immers en una constant batalla per captar l’atenció dels alumnes davant d’una pluja d’estímuls externs més atractius, és lògic que les prioritats es desplacin. Si la lectura, la recerca i la reflexió no són activitats que es valoren socialment o que reben la mateixa promoció que un esdeveniment com el Saló del Manga, per què haurien de dedicar-hi temps els joves?

En lloc de criticar els joves per les seves preferències, hauríem de mirar cap a nosaltres mateixos com a societat. Quins missatges estem enviant? Per què l’educació i la cultura no reben el mateix suport institucional, mediàtic i social que les grans indústries de l’entreteniment? És clar que hi ha una falta de voluntat política i social per revertir aquesta tendència. Les biblioteques haurien de ser espais centrals a la vida de la comunitat, amb activitats que fomentin la curiositat i el pensament crític. Haurien de ser promocionades amb la mateixa intensitat que qualsevol esdeveniment cultural massiu.

Finalment, aquesta reflexió no és només una crítica, sinó també una invitació a l’autocrítica i a l’acció. Com podem convertir la cultura i l’educació en eixos centrals de la nostra societat? Com podem fer que les cues a les biblioteques siguin tan llargues com les del Saló del Manga? Aquestes són preguntes que hauríem de començar a plantejar-nos seriosament si volem construir una societat on el coneixement tingui el valor que realment mereix. No es tracta de substituir el gaudi de l’entreteniment, sinó de reequilibrar les prioritats perquè el creixement personal i col·lectiu no quedi relegat a un paper secundari.

Reflexió detallada sobre el procés català i el paper de la classe política


Quan es revisa la història del procés independentista català, especialment des del 2012 fins al 2017, emergeix una dualitat que encara avui genera debats apassionats. Per una banda, hi havia una mobilització social inèdita, amb milions de persones als carrers, la majoria organitzades des de la base, que reclamaven un futur diferent per a Catalunya. D'altra banda, el comportament de molts líders polítics sembla haver estat marcat per la improvisació, les contradiccions i, en ocasions, per decisions que semblen beneficiar més l’estabilitat de l’Estat espanyol que no pas la ruptura que proclamaven. Això ens porta a plantejar una pregunta incòmoda: van ser aquests líders una colla de covards sense visió ni estratègia, o potser formaven part d’una operació més gran, destinada a mantenir la unitat d’Espanya intacta?

1. El context històric: del pactisme a l’independentisme

El procés no va sorgir del no-res. Abans del 2010, el sobiranisme català estava confinat a sectors minoritaris. La sentència del Tribunal Constitucional sobre l’Estatut d’Autonomia va ser el catalitzador que va transformar un moviment autonomista en un projecte d’emancipació política. Les grans manifestacions del 2010 i del 2012, impulsades per organitzacions com l’ANC i Òmnium Cultural, van forçar CiU i ERC a endinsar-se en l’independentisme.

Artur Mas: de pactista a independentista sobtat. Un cas paradigmàtic és el d’Artur Mas, que l’any 2010 encara defensava el pacte fiscal amb Espanya com a gran projecte per a Catalunya. Però l’èxit de les mobilitzacions el va empènyer a assumir el lideratge d’un moviment que, en realitat, havia sorgit de les bases socials, no pas dels despatxos de la Generalitat. Aquesta transformació ràpida planteja preguntes: realment creia en la independència o simplement intentava canalitzar el malestar social per evitar que escapés del control institucional? Quan Mas va ser inhabilitat pel 9-N i Puigdemont el va substituir, semblava que el moviment guanyava en determinació. Però amb Puigdemont va quedar clar que el sobiranisme institucional seguia sent reactiu, sense una estratègia clara per assolir els objectius que proclamava.

2. L’1 d’octubre: l’aparent culminació d’un procés

L’1 d’octubre del 2017, el referèndum d’autodeterminació, va ser un triomf de l’organització popular i un desastre per a la imatge internacional de l’Estat espanyol. Les càrregues policials i les imatges de ciutadans defensant les urnes van generar una onada de simpatia cap a Catalunya arreu del món. Però, darrere d’aquesta jornada històrica, es va fer evident que no hi havia un pla efectiu per gestionar l’endemà.

2.1. La manca de preparació per implementar la independència

Tot i que el govern català havia promès que estava preparat per a la independència, posteriorment es va saber que això no era cert. Alguns exemples clau són:

- Estructures d’Estat inoperants. El govern no havia establert mecanismes per gestionar qüestions bàsiques com el control de fronteres, la hisenda pública o el sistema judicial. Sense aquestes estructures, una declaració d’independència efectiva era inviable.
- Suport internacional inexistent. Els líders havien repetit que la comunitat internacional donaria suport al moviment. Però, en realitat, cap país ni institució rellevant estava disposat a reconèixer una Catalunya independent. Fins i tot la UE va tancar files amb Espanya.
- Divisió estratègica. Els partits independentistes no tenien una estratègia conjunta. Mentre uns apostaven per la negociació i el diàleg, altres semblaven disposats a anar més enllà, però sense un pla concret.

2.2. Les decisions del 10 i 27 d’octubre

Després de l’1 d’octubre, molts esperaven que el govern català fes passos contundents cap a la independència. Però la realitat va ser molt diferent. El 10 d’octubre, Carles Puigdemont va declarar la independència, però immediatament la va suspendre per obrir la porta al diàleg amb Madrid. Aquesta decisió va desconcertar fins i tot els seus propis partidaris, ja que el govern espanyol ja havia deixat clar que no negociaria res. El 27 d’octubre, el Parlament va aprovar una declaració d’independència que, en realitat, va ser purament simbòlica. Aquella mateixa nit, molts membres del govern van fugir a l’exili o van acatar les ordres de la justícia espanyola. Aquestes decisions han estat interpretades per molts com una mostra de covardia, però també es podrien entendre com part d’una estratègia destinada a evitar un conflicte obert amb l’Estat espanyol.

3. La hipòtesi d’una estratègia planificada

Aquí és on entra la idea que molts líders polítics podrien haver estat peons en una operació més gran per protegir la integritat d’Espanya. Aquesta hipòtesi, que inicialment pot semblar conspirativa, guanya força quan s’analitzen certs elements.

3.1. L’interès de l’Estat en contenir el procés

Per a l’Estat espanyol, el procés representava un risc immens.

- Unitat territorial. La independència de Catalunya hauria generat un precedent que podria haver inspirat altres regions amb moviments nacionalistes, com el País Basc o Galícia.
- Impacte econòmic. Catalunya és una de les regions més pròsperes d’Espanya. La seva sortida hauria suposat un cop devastador per a l’economia espanyola.
- Imatge internacional. Les càrregues policials de l’1 d’octubre van danyar la reputació democràtica d’Espanya. Una escalada més gran hauria pogut generar conseqüències encara més greus a nivell diplomàtic.

3.2. La col·laboració implícita dels líders

Alguns indicis podrien suggerir que certs líders van col·laborar, conscientment o no, amb aquesta estratègia:

- Missatges interns filtrats. Durant el judici del procés, es van fer públics missatges de Puigdemont i altres líders que mostraven dubtes constants sobre la viabilitat de la independència.
- El gir d’ERC cap a l’autonomisme. Després del 2017, ERC ha adoptat un discurs molt més moderat, centrant-se en eixamplar la base dins del marc autonòmic.
- El paper de la CUP. Tot i el seu discurs antisistema, la CUP sovint ha acabat col·laborant amb governs autonòmics que, en teoria, rebutjava.

4. La divisió interna com a arma de desactivació

Un dels efectes més devastadors del procés ha estat la divisió que ha generat dins del mateix moviment independentista. Aquesta divisió ha fet que, cinc anys després, el moviment sigui incapaç d’articular una estratègia comuna. Això ha beneficiat clarament l’Estat, que ha pogut recuperar el control sense necessitat d’una escalada repressiva més gran.

5. Conclusió: covardia, improvisació o peons del sistema

Amb el temps, sembla cada cop més evident que el procés va fracassar per una combinació de factors. Covardia i manca de lideratge. Molts líders no estaven disposats a assumir les conseqüències d’una ruptura efectiva amb l’Estat. Improvisació i falta de preparació. La manca d’un pla real per a la independència va ser un obstacle insuperable. Col·laboració amb l’Estat. Alguns líders podrien haver estat, de manera conscient o inconscient, part d’una estratègia per evitar una crisi sistèmica. Sigui com sigui, el procés ha servit per reforçar l’estabilitat de l’Estat espanyol en lloc de posar-la en perill. El desànim i la divisió actual dins del moviment independentista són una prova d’això. El temps i una investigació més profunda podrien acabar revelant si, al darrere de tot, hi havia alguna cosa més que simples errors humans.

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Starship: ¿El Precio Ambiental de la Carrera Espacial?


Cada lanzamiento del cohete Starship de SpaceX genera aproximadamente 76.000 toneladas métricas de dióxido de carbono (CO₂) . Esta cifra es considerablemente superior a las emisiones de otros cohetes; por ejemplo, un lanzamiento del Falcon Heavy produce alrededor de 1.350 toneladas de CO₂ .

Además de las emisiones de CO₂, los lanzamientos de Starship liberan vapor de agua y hollín en las capas superiores de la atmósfera. Estos elementos pueden afectar la capa de ozono y contribuir al calentamiento global. El vapor de agua actúa como un gas de efecto invernadero, mientras que el hollín puede absorber la radiación solar, alterando el equilibrio térmico de la atmósfera .

Es importante destacar que la plataforma de lanzamiento también sufre daños significativos durante los despegues. Por ejemplo, en un lanzamiento de Starship, la plataforma quedó destruida, esparciendo escombros y polvo a varios kilómetros de distancia, lo que generó preocupaciones ambientales y de salud pública .

En resumen, aunque Starship representa un avance en la exploración espacial, cada uno de sus lanzamientos tiene un impacto ambiental considerable debido a las altas emisiones de CO₂, la liberación de otros contaminantes en la atmósfera y los daños colaterales en las áreas circundantes.

Joan capdell hat dies geteilt

Ahir vaig assistir a l'assaig d'El Cor Canta que prepara l'estrena de la Suite de la Gata Perduda i l'estrena absoluta de El Poble, amb text de M. Martí i Pol. Un luxe!

15/2 - L'Atlàntida de Vic
16/2 - Teatre de Tarragona
22/2 - Auditori de Barcelona
2/3 - Kursaal de Manresa

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Bluesky: El Brillo de la Publicidad vs. la Sombra del Fediverse


En los últimos meses, Bluesky ha comenzado a acaparar titulares, presentándose como la "nueva gran revolución" en las redes sociales. Sus cifras de crecimiento no pasan desapercibidas, y su modelo descentralizado genera curiosidad entre quienes buscan alternativas a las plataformas tradicionales. Sin embargo, algo llama la atención: las redes descentralizadas no son una novedad. El Fediverse, una red de plataformas interconectadas como Mastodon, PeerTube y Pixelfed, lleva años funcionando, ofreciendo un entorno libre de algoritmos opresivos y publicidad invasiva.

¿Por qué, entonces, el Fediverse no goza del mismo foco mediático? La respuesta no es simple, pero gran parte se explica por la ausencia de un respaldo mediático masivo o de figuras influyentes que impulsen su adopción. Mientras Bluesky cuenta con el apoyo de antiguos líderes de Silicon Valley y estrategias de marketing cuidadosamente diseñadas, el Fediverse ha crecido de manera orgánica, a base de comunidades comprometidas que promueven la descentralización y la privacidad.

La publicidad y el capital tienen un peso enorme en la percepción pública. Aunque el Fediverse ofrece una alternativa sólida y estable, la falta de campañas promocionales lo mantiene en las sombras, relegado a un público de nicho. En un mundo donde las narrativas se imponen a golpe de impacto mediático, parece que lo que importa no es tanto la innovación, sino quién tiene la voz más fuerte.

Toni hat dies geteilt.

La descentralización: el poder en manos de las personas para transformar los gobiernos


La descentralización, apoyada en herramientas tecnológicas como la blockchain, redes distribuidas y sistemas de gobernanza participativa, tiene el potencial de revolucionar la relación entre los ciudadanos y los gobiernos. En lugar de un modelo centralizado donde las decisiones políticas se toman desde arriba, la descentralización propone un sistema donde las personas están en el centro del proceso, tomando decisiones colectivas que los gobiernos deben implementar.

Este modelo busca transformar los gobiernos en simples ejecutores de las decisiones ciudadanas, en lugar de ser los diseñadores exclusivos de políticas públicas. Por ejemplo, mediante plataformas descentralizadas, los ciudadanos podrían votar sobre leyes, presupuestos y políticas locales, con una transparencia y eficacia sin precedentes. Estas plataformas no solo darían voz directa a las personas, sino que también reducirían los riesgos de corrupción, ya que las decisiones quedarían registradas de manera inmutable y accesible para todos.

El enfoque descentralizado elimina intermediarios innecesarios y refuerza la idea de que el poder político no reside en una élite, sino en la comunidad. Esto, a su vez, permite que las políticas reflejen de manera más precisa las necesidades y deseos de la población. Por ejemplo, en un sistema descentralizado, las comunidades locales podrían gestionar directamente los recursos que necesitan, reduciendo la burocracia y mejorando la eficiencia.

Sin embargo, implementar un sistema así no está exento de desafíos. La participación activa requiere educación cívica, acceso igualitario a la tecnología y un compromiso ciudadano constante. Además, los gobiernos tradicionales pueden resistirse a ceder poder, lo que exige movimientos sociales y un cambio cultural profundo para llevar la descentralización a su máximo potencial.

La descentralización no se trata solo de tecnología, sino de un cambio de paradigma: devolver el control a las personas y garantizar que los gobiernos sean verdaderos servidores públicos, obligados a ejecutar lo que las mayorías decidan. Es un paso hacia una democracia más directa, inclusiva y funcional, donde las decisiones no se toman en despachos cerrados, sino en foros abiertos y transparentes. Si se adopta correctamente, la descentralización podría ser la herramienta clave para construir sociedades más justas y equitativas.

Telegram: ¿Plataforma libre o bajo la sombra del control estatal?


Telegram es una plataforma de mensajería que combina elementos de software abierto y cerrado, lo que ha generado tanto confianza como cuestionamientos en torno a su transparencia y posibles vulnerabilidades. Aunque sus aplicaciones son de código abierto y accesibles para auditorías, el código de sus servidores sigue siendo propietario. Esto significa que, si bien los usuarios pueden revisar cómo funciona la aplicación en sus dispositivos, no tienen acceso para verificar cómo se gestionan sus datos una vez llegan a los servidores de Telegram.

En cuanto a su relación con el gobierno ruso, la historia de Telegram es un reflejo de tensiones entre privacidad, independencia tecnológica y presiones estatales. Desde sus inicios, Pavel Durov, fundador de Telegram, se posicionó como un defensor de la privacidad digital, lo que llevó a enfrentamientos directos con el gobierno de Rusia. En 2018, Telegram se negó a proporcionar claves de cifrado al Servicio Federal de Seguridad (FSB), un acto que desencadenó su bloqueo en Rusia. Sin embargo, este veto no fue completamente efectivo debido a la resistencia de los usuarios y las medidas de Telegram para eludirlo.

En 2020, el bloqueo fue levantado, y Telegram ganó popularidad incluso entre instituciones rusas, un giro que generó especulaciones sobre un cambio de postura por parte de la empresa o una posible conciliación con el gobierno. Este contexto ha alimentado dudas sobre si Telegram podría estar bajo algún grado de influencia estatal, especialmente considerando su creciente uso como canal de comunicación oficial y estratégico en Rusia.

Por otro lado, Telegram juega un papel central en la comunicación y organización global, siendo una herramienta clave en movimientos sociales, campañas políticas y, más recientemente, en conflictos bélicos. Su relevancia en contextos tan sensibles plantea preguntas sobre la independencia de su infraestructura y la seguridad de sus usuarios, especialmente en regiones donde el espionaje gubernamental es una preocupación constante.

En esencia, Telegram sigue siendo un programa de mensajería que, aunque se mantiene firme en ciertos principios de privacidad y libertad, opera en un terreno ambiguo. La falta de transparencia en sus servidores y su adaptación a presiones políticas generan un debate constante sobre hasta qué punto sigue siendo una herramienta libre y hasta qué nivel podría estar controlada o vigilada por gobiernos, especialmente el ruso. Este equilibrio entre independencia tecnológica y adaptabilidad al entorno político es lo que define la complejidad de Telegram en el panorama actual.

Libertad fragmentada: cómo funciona la expresión en el Fediverse


La libertad de expresión en el Fediverse, el ecosistema descentralizado de redes sociales como Mastodon, Pixelfed o Pleroma, se basa en una lógica distinta a la de las plataformas centralizadas. Aquí, cada instancia o servidor tiene autonomía para establecer sus propias normas y valores, lo que significa que no existe una autoridad única que dicte lo que está permitido o prohibido. Este sistema crea un mosaico diverso de comunidades, donde cada una funciona como un microcosmos con reglas específicas. La libertad de expresión en el Fediverse, por tanto, no es absoluta ni uniforme, sino contextual.

En este espacio, los usuarios tienen la capacidad de elegir la instancia que mejor se adapte a sus valores o intereses. Si las normas de una instancia no son compatibles con lo que buscan, pueden mudarse a otra o incluso crear su propio servidor, definiendo sus propias reglas. Esto otorga una flexibilidad que no existe en las plataformas centralizadas, donde un único conjunto de normas se aplica a todos. Sin embargo, esta fragmentación también plantea desafíos. Los administradores de cada instancia tienen el poder de moderar el contenido, limitar ciertos discursos y decidir con qué otras instancias desean federarse. Esto puede llevar al aislamiento de servidores completos o a la creación de burbujas donde solo se permiten ciertas perspectivas.

En este sentido, la libertad de expresión en el Fediverse no implica que se pueda decir cualquier cosa en cualquier lugar, sino que ofrece la posibilidad de encontrar o construir un espacio donde las ideas puedan ser expresadas. Es un modelo basado en la diversidad y en la capacidad de cada usuario para elegir y participar activamente en la configuración de su entorno digital. Aunque no exento de conflictos, este enfoque descentralizado permite que la libertad de expresión sea más dinámica y relacional, reflejando la complejidad y pluralidad de las interacciones humanas.

Vents de guerra: el preu humà de l’ambició i la crisi


En l’horitzó global, comencen a bufar vents de guerra amb una intensitat que no deixa lloc al dubte. Els governs de gairebé tots els països del món estan incrementant els seus pressupostos militars, reforçant arsenals i actualitzant estratègies de combat. Aquest augment no sembla una simple casualitat ni una mesura preventiva, sinó una preparació per a un escenari que molts temen però pocs gosen anomenar: una gran guerra. Alguna cosa es percep en l’ambient, i no és res de bo.

Al llarg de la història, les grans guerres han estat detonants de transformacions socials, econòmiques i polítiques. Han portat amb elles una mena de "reinici forçat", on els vencedors imposen les noves regles del joc. Però aquest reinici mai arriba sense un preu: dècades de penúries, milions de vides perdudes, ciutats destruïdes i generacions marcades pel trauma.

La humanitat, malgrat els seus avenços tecnològics i les seves aspiracions de civilització, continua sense trobar una manera efectiva de resoldre les seves crisis o enveges sense recórrer a la violència. En lloc d’aprendre de les lliçons del passat, sembla que repetim un patró tràgic, on els conflictes i les guerres es converteixen en eines de poder, de control i d’ajust de comptes.

La veritat és que la guerra rara vegada afecta aquells que la promouen. Els líders, generals i magnats que es beneficien dels conflictes mai trepitgen un camp de batalla. Són els ciutadans comuns els qui paguen el preu, convertint-se en simples números a les estadístiques de morts, destrucció i desplaçament. La paradoxa és brutal: aquells que no tenen res a guanyar en una guerra són sempre els que més perden.

Amb cada decisió política que prioritza la inversió en armes per sobre de l’educació, la sanitat o el desenvolupament sostenible, es perpetua un cicle de mort i destrucció. Les guerres no només es lluiten amb bales, sinó amb la indiferència d’una humanitat que es resigna a creure que el conflicte és inevitable. Però, és realment inevitable? O ens han programat per pensar que no hi ha una altra manera de resoldre les nostres diferències?

A mesura que els tambors de guerra ressonen amb més força, la por no és només ser testimonis d’una altra catàstrofe global, sinó també convertir-se en víctimes directes d’ella. Ningú vol ser un número més en les estadístiques d’una guerra que, al final, no beneficia ningú més que aquells que ja tenen el poder. Però, mentre els líders juguen amb les seves estratègies d’escacs geopolítics, per al ciutadà comú només queda una opció: esperar que, d’alguna manera, la tempesta passi sense arrasar-ho tot.

Potser, al cap i a la fi, la tragèdia més gran de la nostra espècie no és només la guerra en si mateixa, sinó la nostra incapacitat col·lectiva d’imaginar un món on les crisis es resolguin sense matar, destruir ni arrasar. Un món on la humanitat visqui a l’altura d’aquell ideal que tant predica, però que mai no aconsegueix assolir.

Vientos de Guerra: El Costo Humano de la Ambición y la Crisis


En el horizonte global, los vientos de guerra comienzan a soplar con una intensidad que no deja espacio para la duda. Los gobiernos de casi todos los países del mundo aumentan sus presupuestos militares, reforzando arsenales y actualizando estrategias de combate. Este aumento no parece una simple casualidad ni una medida preventiva, sino una preparación para un escenario que muchos temen, pero pocos se atreven a nombrar: una gran guerra. Algo se huele, y no es nada bueno.

A lo largo de la historia, las grandes guerras han sido detonantes de transformaciones sociales, económicas y políticas. Han traído consigo una especie de "borrón y cuenta nueva", un reinicio forzado en el que los vencedores imponen las nuevas reglas del juego. Sin embargo, ese reinicio nunca llega sin un precio: décadas de penurias, millones de vidas perdidas, ciudades destruidas y generaciones marcadas por el trauma.

La humanidad, a pesar de sus avances tecnológicos y sus aspiraciones de civilización, sigue sin encontrar una forma efectiva de resolver sus crisis o sus envidias sin recurrir a la violencia. En lugar de aprender de las lecciones del pasado, parece que repetimos un patrón trágico, donde los conflictos y las guerras se convierten en herramientas de poder, de control, y de ajuste de cuentas.

La verdad es que la guerra rara vez afecta a quienes la promueven. Los líderes, generales y magnates que se benefician de los conflictos nunca pisan un campo de batalla. Son los ciudadanos comunes quienes pagan el precio, convirtiéndose en simples números en las estadísticas de muertes, destrucción y desplazamiento. La paradoja es brutal: aquellos que no tienen nada que ganar en la guerra son siempre quienes pierden más.

Con cada decisión política que favorece la inversión en armas sobre la inversión en educación, salud o desarrollo sostenible, se perpetúa un ciclo de muerte y destrucción. Las guerras no solo se luchan con balas, sino con la indiferencia de una humanidad que se resigna a que el conflicto es inevitable. Pero ¿es realmente inevitable? ¿O hemos sido programados para creer que no hay otra forma de resolver nuestras diferencias?

A medida que los tambores de guerra resuenan con más fuerza, el temor no es solo ser testigos de otra catástrofe global, sino también convertirse en víctimas directas de ella. Nadie quiere ser un número más en las estadísticas de una guerra que, al final, no beneficia a nadie más que a quienes ya ostentan el poder. Pero mientras los líderes juegan con sus estrategias de ajedrez geopolítico, para el ciudadano común solo queda una opción: esperar que, de alguna manera, la tormenta pase sin llevarse todo por delante.

En el fondo, quizás la mayor tragedia de nuestra especie no sea solo la guerra en sí, sino nuestra incapacidad colectiva para imaginar un mundo donde las crisis puedan resolverse sin matar, destruir y despojar. Un mundo donde la humanidad realmente viva a la altura de ese ideal que tanto predica, pero que nunca alcanza.

Hoy ha sido día de visita en oncología. He preguntado si el cansancio, ese sueño perpetuo, los días de diarrea o, por el contrario, de estreñimiento, y el dolor crónico en las articulaciones forman parte del tratamiento de quimioterapia en pastillas que debo tomar por el resto de mi vida. Me han respondido que sí, y que tengo que aprender a convivir con ello.

Aun así, todos los días doy gracias por poder ver la luz del sol, aunque sea en estas condiciones.

El matrimonio tóxico entre multimillonarios y extrema derecha: una amenaza global


En los últimos años, el auge de la extrema derecha ha caminado de la mano con un fenómeno igualmente inquietante: la irrupción abierta y descarada de los multimillonarios en las esferas del poder político, económico y mediático. Ya no se ocultan tras fundaciones benéficas ni discursos moderados. Ahora, sin complejos ni filtros, moldean las narrativas globales y justifican su influencia como una supuesta misión altruista para "salvar a la humanidad" de una crisis que, según ellos, amenaza nuestra existencia.

Estos titanes del capitalismo contemporáneo, que acumulan fortunas inimaginables, presentan soluciones que curiosamente perpetúan su control. Promueven tecnologías que ellos mismos financian, impulsan políticas que benefician sus empresas y generan discursos apocalípticos que posicionan sus "remedios" como indispensables. A través de los medios de comunicación, que en muchos casos poseen directamente, y de las redes sociales, que manipulan mediante algoritmos y campañas masivas, se han erigido como una especie de élite salvadora. No obstante, su retórica está plagada de contradicciones: ¿cómo pueden quienes se benefician del sistema que perpetúa desigualdades y crisis ecológicas erigirse como salvadores?

El auge de la extrema derecha, por su parte, funciona como el complemento perfecto de este escenario. Sus líderes, muchas veces financiados o apoyados indirectamente por estos mismos multimillonarios, explotan el miedo y la incertidumbre para promover políticas autoritarias y simplistas que desvían la atención de los problemas estructurales reales. Mientras las masas miran hacia los chivos expiatorios —los migrantes, los colectivos vulnerables, los "enemigos internos"—, las élites económicas consolidan su dominio sin apenas oposición.

La convergencia de ambos fenómenos —el ascenso de la extrema derecha y la "salida del armario" de los multimillonarios como actores políticos— no es casual. Es un matrimonio de conveniencia en el que los primeros legitiman el orden establecido mediante discursos nacionalistas y excluyentes, mientras los segundos concentran cada vez más poder bajo el pretexto de protegernos del caos. Lo que podría parecer una paradoja —extrema derecha y globalismo multimillonario aliados— es en realidad una estrategia: mantener el status quo disfrazándolo de renovación.

Bajo esta lógica, la crisis no es tanto un hecho ineludible como un relato cuidadosamente diseñado. Se nos presenta un mundo al borde del abismo para justificar medidas draconianas, privatizaciones masivas y la implantación de tecnologías de vigilancia que aseguran que la élite económica no solo se mantenga intocable, sino que amplíe su alcance. Mientras tanto, los ciudadanos, atrapados en un ciclo de desinformación y manipulación, se convierten en espectadores de su propia alienación, incapaces de organizar una resistencia efectiva frente a la maquinaria mediática y tecnológica que les sobrepasa.

Este panorama plantea preguntas urgentes: ¿cómo recuperar el control democrático en un mundo donde las fortunas de unos pocos dictan el destino de todos? ¿Es posible construir un modelo que anteponga el bienestar colectivo a los intereses corporativos y ultraconservadores? La respuesta quizás radique en desenmascarar esta alianza tóxica y reimaginar un sistema donde el poder no sea el privilegio de unos pocos, sino un derecho compartido.

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