La contradicción de los medios y políticos en el uso de redes sociales de extrema derecha


En el panorama actual de la comunicación, los medios tradicionales y los políticos han caído en una trampa de contradicción profunda: dependen y amplifican el alcance de plataformas digitales dirigidas por figuras que abanderan ideologías fascistas o de extrema derecha. Esta dinámica no solo contradice sus propios principios declarados, sino que fortalece indirectamente a quienes buscan subvertir los valores democráticos.
Los medios como publicistas involuntarios

En su afán por ofrecer noticias rápidas y atractivas, muchos medios de comunicación han adoptado una práctica problemática: basan buena parte de sus informaciones en publicaciones realizadas en redes sociales privadas. Este hábito, más allá de su utilidad como fuente de datos inmediatos, actúa como un escaparate gratuito para plataformas dirigidas por personajes con una agenda política e ideológica marcadamente autoritaria o reaccionaria.

Cada vez que un informativo cita una publicación de estas redes, no solo legitima el contenido en cuestión, sino que también publicita el medio mismo. Se está diciendo, de forma implícita: "Aquí ocurre lo relevante, aquí está el centro de la conversación." Al hacerlo, los medios canalizan más usuarios a estas plataformas, reforzando su relevancia social y económica, sin cuestionar sus implicaciones ideológicas.
La paradoja de los políticos y sus cordones sanitarios

El uso de estas redes sociales por parte de los políticos no es menos contradictorio. En público, muchos líderes y partidos declaran su compromiso con la lucha contra la extrema derecha, incluso estableciendo cordones sanitarios para aislar a estos movimientos de cualquier influencia política. Sin embargo, estas mismas figuras utilizan con frecuencia redes sociales que son propiedad de actores que no solo simpatizan con estas ideologías, sino que las promueven activamente.

Resulta irónico, por no decir hipócrita, que políticos que denuncian los peligros de la extrema derecha utilicen estas plataformas para realizar anuncios oficiales, desde decisiones gubernamentales hasta estrategias de campaña. Este acto les otorga no solo visibilidad, sino legitimidad a las plataformas, al tiempo que normaliza su uso como un canal legítimo para la comunicación política.
Por qué ocurre esta dependencia

Tanto los medios como los políticos han caído en esta dinámica debido a varios factores:

Centralidad de las redes sociales: Estas plataformas han monopolizado la atención global. La mayoría de la población las usa para informarse, lo que las convierte en espacios casi obligatorios para quienes buscan visibilidad.

Inmediatez y alcance: Son herramientas rápidas y eficaces para comunicar mensajes a grandes audiencias, algo que los políticos valoran especialmente en tiempos de crisis o campaña.

Reducción de costos: Para los medios, extraer contenido de estas redes es una forma económica de llenar espacios informativos.

Falta de alternativas: La ausencia de plataformas públicas o gestionadas de manera ética hace que estas redes sean, de facto, la única opción viable para muchos actores públicos y privados.

Consecuencias de esta contradicción

El resultado de esta dependencia es profundamente problemático:

Legitimación de agendas extremistas: Al utilizar y amplificar estas plataformas, medios y políticos fortalecen a sus propietarios, quienes usan su posición para influir en la opinión pública y moldear el debate en direcciones ideológicas cuestionables.

Normalización de espacios tóxicos: Estas redes no son solo herramientas de comunicación; son entornos diseñados para polarizar, fomentar el odio y amplificar discursos extremistas. Al validarlas, se normaliza su impacto en la sociedad.

Hipocresía institucional: Los políticos que promueven cordones sanitarios pierden credibilidad al depender de plataformas que no solo no combaten estas ideologías, sino que las potencian.

Publicidad gratuita: Cada mención o referencia a estas redes es publicidad gratuita que refuerza su poder de mercado y aumenta su control sobre la esfera pública.

Un camino hacia la coherencia

Si los medios y los políticos desean ser coherentes con sus principios democráticos y su lucha contra la extrema derecha, deben replantearse su relación con estas plataformas. Algunas acciones posibles incluyen:

Diversificar fuentes de comunicación: Los políticos pueden utilizar canales públicos o redes alternativas para sus anuncios oficiales, reduciendo su dependencia de plataformas privadas.

Criticar abiertamente estas prácticas: Los medios deben exponer las contradicciones de usar estas redes y educar al público sobre sus implicaciones éticas y políticas.

Fomentar plataformas éticas: Tanto políticos como medios pueden apoyar el desarrollo de espacios digitales gestionados con criterios democráticos y transparentes, libres de intereses extremistas.

Limitar la publicidad implícita: En lugar de citar directamente publicaciones de estas redes, los medios pueden optar por verificar y contextualizar la información antes de amplificarla, minimizando la promoción implícita.

Conclusión

La dependencia de los medios y los políticos de redes sociales controladas por figuras de extrema derecha no es solo una contradicción; es una amenaza para la democracia. Cada interacción con estas plataformas fortalece un modelo de comunicación que favorece la concentración de poder, la polarización y la difusión de ideologías autoritarias.

Superar esta paradoja requiere voluntad política y una reflexión profunda sobre el papel de la comunicación en la sociedad actual. Mientras no se tomen medidas concretas, la incoherencia seguirá debilitando tanto a los medios como a los políticos, y, en última instancia, a la democracia misma.