Si se busca construir una estructura de defensa europea conjunta, es imprescindible que los ejércitos nacionales estén alineados con los valores democráticos, sean transparentes en su gestión y respondan al poder civil. Esto implica:
Reformas internas antes de la integración:
Antes de hablar de “fabricar cañones” o aumentar presupuestos, cada país miembro debe garantizar que su estamento militar opere bajo un control civil estricto y cuente con mecanismos efectivos contra la corrupción. En el caso de España, sería necesario establecer auditorías independientes, revisar los procesos de contratación y gastos, e implementar sistemas que prevengan abusos y despilfarro.
Homogeneización de estándares éticos y de control:
Los socios europeos, incluido el ejército francés, tienen interés en asegurarse de que cualquier contribución de fuerzas militares a una estructura común cumpla con estándares uniformes de ética, disciplina y rendición de cuentas. La percepción de corrupción o descontrol en una parte puede socavar la credibilidad y la confianza en el conjunto.
Creación de un marco de supervisión europeo:
Más allá de las reformas internas en cada país, sería ideal que la Unión Europea o una entidad de defensa conjunta desarrollase un mecanismo de supervisión y evaluación continuo. Esto no solo tranquilizaría a socios más avanzados en términos de control militar, como Francia, sino que también contribuiría a detectar y corregir problemas antes de que se conviertan en obstáculos mayores.
Fomento de la cultura de transparencia en las fuerzas armadas:
Promover una cultura de transparencia y responsabilidad dentro de los estamentos militares, no solo en España sino en toda Europa, es un paso fundamental. Esto incluye la formación de los oficiales en valores democráticos, el establecimiento de canales claros de denuncia y la implementación de sanciones reales para quienes infrinjan las normas.