La desaparición del aprendiz y la factura de la codicia


Hace unos veinte años, muchas empresas contaban con una figura clave en la transmisión del conocimiento y la continuidad de los oficios: el aprendiz. Este joven trabajador se formaba junto a un oficial experimentado, quien le enseñaba el oficio a cambio de ayuda en tareas rutinarias. Con el tiempo, el aprendiz se convertía en oficial y, a su vez, formaba a otros aprendices, asegurando un ciclo de renovación generacional dentro de la empresa. Era un sistema que garantizaba la calidad y la estabilidad en el mercado laboral. Sin embargo, hoy en día esta figura ha desaparecido en muchas empresas, generando un problema que ahora repercute en la calidad del trabajo y en la disponibilidad de personal cualificado.

Conversando con un empresario, él mismo reconocía la falta de personal capacitado y cómo esto afectaba su negocio. Sin embargo, cuando le recordé cómo funcionaba su empresa en el pasado, su respuesta fue reveladora: “No sale a cuenta tener aprendices porque quieren cobrar lo mismo que un oficial”. Esta afirmación no es del todo cierta. Hace dos décadas, un aprendiz podía permitirse llevar dinero a casa, comprar un coche de segunda mano, salir con sus amigos y tener una vida digna. Hoy, en cambio, ni siquiera un oficial puede aspirar a todo eso con su salario.

El problema no es que los aprendices exijan cobrar como oficiales; el problema es que los oficiales están cobrando como aprendices. Los salarios han perdido poder adquisitivo mientras que el costo de la vida ha aumentado considerablemente. A esto se suma la falta de inversión en la formación de nuevos trabajadores. En su afán de reducir costos, muchas empresas eliminaron la figura del aprendiz sin prever que, a largo plazo, esto significaría la escasez de personal cualificado. Hoy, las consecuencias están a la vista: dificultad para encontrar mano de obra especializada y un deterioro en la calidad de los trabajos.

La codicia de reducir costos salariales ha pasado factura. No se trata de que los jóvenes no quieran aprender un oficio, sino de que las condiciones laborales han empeorado hasta el punto en que ya no resulta viable para ellos formarse en una empresa. En el pasado, el sistema funcionaba porque había un equilibrio: el aprendiz recibía un salario justo por su aprendizaje y, con el tiempo, obtenía mejores condiciones a medida que se convertía en oficial. Ahora, ese equilibrio se ha roto.

Si las empresas quieren recuperar la calidad y la estabilidad en sus equipos de trabajo, deben reconsiderar la importancia de la formación interna. Invertir en aprendices no es un gasto, sino una inversión en el futuro del negocio. Volver a formar trabajadores desde la base y garantizar que los oficiales reciban una remuneración acorde con su experiencia y responsabilidad es la única forma de reconstruir el ciclo que alguna vez aseguró el buen funcionamiento del sector. De lo contrario, la crisis de personal solo se agravará, y con ella, la calidad del trabajo seguirá en decadencia.

Unbekannter Ursprungsbeitrag

friendica (DFRN) - Link zum Originalbeitrag

Joan capdell

@Perseo Esos no son los empresarios que han levantado este puto país de la miseria de la posguerra.
Todo lo que dices es cierto y me toco vivirlo en su día. Pero el jodido siempre es el mismo.
He tenido una experiencia con los fontaneros al ponerme una instalación de un termo eléctrico poder comprobar que uno que se supone que era oficial no sabia ni poner el teflón en la dirección correcta. Esto es un ejemplo del cúmulo de errores en los cuales me he encontrado durante todo el projecto de renovación de la vivienda.
Unbekannter Ursprungsbeitrag

friendica (DFRN) - Link zum Originalbeitrag

Joan capdell

@Perseo Y cuando hay un pico de faena hacer más horas que un reloj. Seguramente las broncas estan al orden del día. Por lo que leo estas en el sector del mueble y entiendo perfectamente lo que dices porque lo he vivido. 10 años tirando a pistola sin un puta mascarilla y el hijo de puta nos daba leche que decia que eso limpiaba los pulmones. Luego vino la cortina, también a pelo. Utilizando la Tupi, el hijo de la puta me metia bronca porque pasaba media hora metiendo medidas de protección para no joderme un dedo o la mano. Dos operarios utilizando la universal a la vez, uno obrando madera i el otro con el taladro haciendo agujeros. Luego me preguntan de donde coño pille el cancer de los huevos.