La guerra como herramienta de control: una reflexión desde las palabras de mi abuelo
La guerra como herramienta de control: una reflexión desde las palabras de mi abuelo
Cuando era pequeño, mi abuelo solía decir algo que me dejaba perplejo: "Cada cierto tiempo tiene que haber una guerra, no solo para controlar la natalidad, sino para que los grandes poderes que la han provocado puedan retomar el control." En aquel momento, esas palabras me sonaban a un lúgubre eco de épocas pasadas, un reflejo de las experiencias vividas por una generación que había enfrentado conflictos bélicos y sus devastadoras consecuencias. Sin embargo, con el tiempo, estas palabras cobran un inquietante sentido en los tiempos que vivimos.
Hoy, parece que vamos de cabeza hacia una gran guerra. Las tensiones geopolíticas se acumulan como nubes de tormenta: luchas por recursos, disputas territoriales, rivalidades ideológicas, y una carrera armamentística que no cesa. En este contexto, surge una pregunta que no podemos ignorar: ¿Cuánto tiempo va a retroceder la humanidad?
La humanidad y su capacidad de autodestrucción
Somos una especie peculiar. A diferencia de los animales, nuestro cerebro nos permite razonar, planificar, crear, y, sobre todo, cuestionar. Sin embargo, también somos la única especie capaz de autodestruirse deliberadamente, incluso sabiendo las consecuencias de nuestras acciones. Este es un contraste escalofriante: la misma mente que nos permitió llegar a la Luna, desarrollar medicinas, y construir civilizaciones, es la que diseñó armas nucleares y estrategias para exterminarnos unos a otros.
Este potencial autodestructivo no es nuevo. Desde las primeras civilizaciones, las guerras han sido una constante. En cada una, los motivos oficiales solían enmascarar intereses subyacentes: poder, control económico, o hegemonía cultural. Sin embargo, lo que mi abuelo intuía —y que hoy podemos analizar con mayor claridad— es que las guerras también cumplen un papel en el mantenimiento de un sistema de poder desigual.
Las guerras como mecanismo de control
Los grandes conflictos no solo son catalizadores de destrucción; también son herramientas de control. La guerra concentra recursos, poder y atención. Quienes la promueven suelen ser los menos afectados por sus consecuencias, mientras que los pueblos cargan con las pérdidas humanas, económicas y sociales. La reconstrucción posterior no es más que una oportunidad para los grandes poderes de consolidar su posición, dictando las reglas del juego.
En este ciclo perverso, las guerras se convierten en un "reinicio" del sistema, dejando atrás avances sociales, tecnológicos o éticos en favor de los intereses de las élites. Como consecuencia, la humanidad retrocede, no solo en términos materiales, sino también en el progreso hacia una sociedad más equitativa y sostenible.
Reflexión: ¿Hacia dónde vamos?
En los tiempos que vivimos, cuando la información es más accesible que nunca, deberíamos ser capaces de aprender de la historia. Sin embargo, parece que nos dirigimos hacia el mismo abismo, repitiendo patrones que ya conocemos. La pregunta no es si la humanidad es capaz de evitar la autodestrucción, sino si tiene la voluntad de hacerlo.
Las palabras de mi abuelo resuenan con más fuerza ahora: las guerras no surgen espontáneamente. Son consecuencia de decisiones humanas, motivadas por ambición y poder. En este sentido, cada uno de nosotros tiene un papel, por pequeño que sea, en detener el ciclo. Requiere cuestionar narrativas, exigir transparencia y, sobre todo, promover un sistema que valore la vida por encima de los intereses económicos o políticos.
La humanidad es capaz de grandes avances, pero también de grandes retrocesos. La elección, como siempre, está en nuestras manos.
Joanba hat dies geteilt.