Europa y la lección pendiente de la Segunda Guerra Mundial: ¿Hacia una defensa común sin dependencias?


La historia de Europa está plagada de ciclos de conflicto y reconstrucción, pero pocos eventos han dejado una huella tan profunda como la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, casi un siglo después, el continente parece no haber internalizado una de las lecciones más elementales de aquel horror: la vulnerabilidad de los débiles frente a los poderosos. Como aquellos matones escolares que intimidan a quienes perciben como indefensos, las potencias agresivas han encontrado en la fragmentación y la debilidad europeas un terreno fértil para imponer su voluntad. Hoy, las consecuencias de este error estratégico amenazan con repetir patrones del pasado, con un escenario global cada vez más tenso.
La negligencia histórica: entre la economía y la complacencia

Tras la Segunda Guerra Mundial, Europa apostó por la integración económica y política como antídoto al nacionalismo belicista. Sin embargo, en materia de defensa, la apuesta ha sido tímida. La dependencia de Estados Unidos a través de la OTAN —una alianza necesaria pero asimétrica— ha generado una parálisis en la autonomía estratégica del continente. Países como Alemania, España o los Países Bajos, con economías robustas, han priorizado el gasto social o el equilibrio presupuestario sobre la inversión en capacidades militares, confiando en el "paraguas protector" de Washington o Londres.

Este modelo, cuestionable incluso en tiempos de paz, se ha vuelto insostenible ante la emergencia de nuevas amenazas. La invasión rusa de Ucrania en 2022 expuso la fragilidad de una Europa incapaz de responder de forma unificada y contundente sin depender de armamento estadounidense. Peor aún, la complicidad histórica de algunas potencias europeas con regímenes autoritarios —ya sea por intereses energéticos o económicos— ha erosionado su credibilidad moral, convirtiendo al continente en un actor secundario en su propio escenario.
El precio de la dependencia: ¿un paraguas nuclear alquilado?

La disuasión nuclear es otro capítulo crítico. Francia, con su arsenal atómico, ha sido tradicionalmente el único garante de soberanía estratégica en la UE. Sin embargo, su capacidad es limitada para proteger a todo el continente, mientras otros socios, como Alemania, siguen anclados en un pacifismo que, aunque honorable, ignora las realidades geopolíticas. La alternativa actual —depender de la OTAN y, por ende, de Estados Unidos— ha convertido a Europa en rehén de las prioridades externas. Como señala el politólogo francés Bruno Tertrais, "una defensa europea sin capacidad nuclear propia es una quimera en un mundo multipolar" .

Pero el problema no es solo militar. La infiltración de intereses externos en instituciones clave, las redes de corrupción transnacional y la dependencia energética han permitido que potencias como Rusia o China extiendan su influencia, socavando la unidad europea. Es aquí donde la metáfora del "matón escolar" cobra vigencia: mientras los países no fortalezcan sus músculos, seguirán siendo presa fácil de quienes impongan sus reglas.
Hacia una solución: soberanía estratégica y alianzas renovadas

La respuesta no puede ser más de lo mismo. Si Europa aspira a preservar su identidad y autonomía, debe dar un salto cualitativo en su enfoque de defensa. Esto implica:

Una OTAN europea sin dependencias : Aunque la alianza transatlántica seguirá siendo relevante, es urgente crear una estructura de defensa comunitaria independiente, con financiación y mando europeos. Esto no es una ruptura con Washington, sino un necesario equilibrio para evitar que el continente sea un peón en las tensiones entre grandes potencias.

Replantear la expansión de la UE : Incluir a países como Ucrania o Georgia en la UE es un paso, pero también se debe explorar una asociación estratégica con Canadá, un aliado natural que comparte valores democráticos y tiene recursos clave. Su integración en proyectos de defensa común podría reforzar la cohesión transatlántica sin depender exclusivamente de EE.UU.

Disuasión nuclear compartida : Francia debe dejar de ser la única potencia nuclear de la UE. Alemania, España y los Países Bajos —con su capacidad tecnológica e industrial— podrían contribuir al desarrollo de un escudo nuclear europeo, bajo un marco de control civil riguroso. Esto no solo aliviaría a París, sino que enviaría un mensaje claro: Europa no negociará su seguridad bajo presión.

Inversión en innovación defensiva : Los fondos europeos deben redirigirse hacia tecnologías críticas (ciberdefensa, drones, satélites) y programas conjuntos, evitando la duplicación de esfuerzos. El Fondo Europeo de Defensa es un inicio, pero necesita mayor ambición.


Conclusión: el costo de la inacción

La historia no perdona a quienes se niegan a aprender. Si Europa no asume su responsabilidad en materia de defensa, repetirá los errores que antecedieron a la Segunda Guerra Mundial: la ilusión de que la paz es un estado permanente, no un equilibrio que exige sacrificios. Frente a líderes como Putin —herederos de aquellos "matones" que subestimaron a sus víctimas—, el continente tiene dos opciones: ser protagonista de su destino o resignarse a ser un campo de batalla ajeno. La hora de decidir es ahora.