Cuando llego a casa después de la quimio, ahí lo tengo, moviendo la cola como un ventilador y dando saltos por toda la casa como un loco. Los días que no puedo ir a comer a casa por temas de horarios, él no come nada; se queda en mi casa durmiendo hasta que llego. Es lo mejor que me ha pasado. Cuando tenía los síntomas fuertes de la quimio, ahí estaba, sentado en el sofá a mi lado.